domingo, 24 de abril de 2016

La voz en la comunicación no verbal




El lenguaje paraverbal

La voz en la comunicación no verbal. Qué poco se habla de la voz.

Cada persona se comunica de manera distinta, ya que la voz está  condicionada por su carácter emocional y sus sensaciones, y por ello, la voz se presentará con un tono o con otro. Unido a la mirada, las apariencias relacionadas al carácter de la voz son una de las piezas más demostrativas del temperamento y de la actitud emocional del individuo.

La voz es tan, tan importante que muy a menudo basta con ella para atrapar o seducir. El curso pasado un alumno me hablaba de un profesor. No dijo que era muy bueno dando clases, ni que sabía mucho. Me dijo que tenía una voz muy bonita. Con eso bastaba.

La voz está conformada por las costumbres en nuestros años de vida y revela nuestra identidad, nuestros miedos y nuestras manías. Pero podemos adiestrar la voz para adaptarla a la percepción que queremos transmitir. El entrenamiento de la voz supone un trabajo laborioso que muchas veces no da los resultados que buscamos.

Nuestra voz es la materia prima de la comunicación oral y puede ser nuestra mejor herramienta o nuestro peor enemigo, por lo tanto, con ella tenemos que trabajar para que el impacto de nuestro mensaje sea el que queremos y para ello tendremos que empezar por conocerla, saber cómo suena y dominarla como cualquier otra herramienta de trabajo.

En la interacción diaria con otras personas debemos ser capaces de procurar vigilar la vocalización  de nuestra voz. Cuando queremos exponer algo, solemos desequilibrar el tono elevándolo,  pero por el contrario cuando queremos equilibrarlo también lo hacemos en nuestra tonalidad.

Sin entrenar la comunicación oral, cualquier orador, portavoz y por supuesto político, tendrá serias dificultades para llegar de forma positiva a su público.

En el caso de una conversación con otra persona y que además está enfadada, no podemos equipararnos en su tonalidad porque lo que lograríamos sería no calmar la situación sino el efecto inverso.

Lo que debemos procurar en este momento es bajar nuestra tonalidad por debajo de la de la otra persona y usar ademanes lo menos provocadores posibles. De esta manera bajaremos nuestra tonalidad para ir llevándolo hacia dónde queremos llevarle para que entre en armonía con nosotros. Si conseguimos esta armonía el interlocutor asimilará su tono con el nuestro.


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